Bullying: el Acoso Escolar.
Cualquier forma de maltrato psicológico (amenazar, provocar miedo, coaccionar…), verbal (insultar, burlarse de otros, gritar, etc.), físico (patadas, empujones, tortazos…) o social (excluir, ignorar, no “ajuntar”…) producido de forma reiterada entre menores en relación de dominio-sumisión y a lo largo de un tiempo determinado es lo que denominamos hostigamiento escolar o acoso escolar y el término anglosajón: “bullying”.
Mayoritariamente emocional, este tipo de agresiones y humillaciones se desarrollan básicamente en el entorno escolar, aula y patio de los colegios. No obstante es frecuente que sobrepase estos ámbitos (colegio o instituto), extendiéndose al núcleo social urbano donde interactúan los menores: urbanización, barrio o vecindario.
Esta problemática social relativa al desarrollo personal y físico de los menores no es nueva, sin embargo se ha modernizado y adaptado a los tiempos presentes; no siendo necesaria ya, la presencia física del acosador para que la acción negativa se consume. La utilización de las llamadas “nuevas tecnologías” por menores, permiten, no solo con el beneplácito de los progenitores, sino en muchos casos posibilitándolo con su ánimo, que el tipo penal se efectúe por medio de sistemas como las redes sociales Facebook, tuenti, Twitter, e-mails o mensajes sms o de wasap y telegram.
Nace así el ciberacoso o cyberbullying, que en alguna de sus posibles versiones alcanza la indignidad absoluta como el llamado Sexting (acoso sensible con implicaciones sexuales) donde ajeno a cualquier moralidad y rendido a la superficialidad social tan extendida, un menor fotografía, capta imágenes o graba video de contenido sexual (ya sea propio o ajeno) con la clara intención de impresionar a otro u otros en los que imprudentemente confía. Dichas imágenes “circularán por la red” abiertamente tras el “rebote” que de ellas hará alguno de sus impresionados “amigos”. El mal ya está hecho, el delito consumado y las consecuencias: imprevisibles y dolorosas.
Otra de las fatales prácticas modernas son las llamadas happy slapping, “guantazo feliz” o “tortazo divertido”. Extendida entre algunos adolescentes que graban con sus teléfonos móviles cualquier actividad que resulte cruel con personas o animales y que pudieran observar casualmente en la calle; como otras provocadas por ellos mismos, donde se reflejen actos de violencia, humillación y dolor, con el objetivo final de “compartirlas” a través de la red.
Ante el conocimiento de estas acciones no cabe la inacción, la mirada transversal, o la equidistancia; lo que se juega nuestra sociedad es mucho, pues se pone en peligro lo más sagrado de ella: nuestros hijos y nuestros valores. Estamos por lo tanto obligados a educar, a intervenir y a proteger a nuestros menores.
Ante la sospecha o hecho consumado: una denuncia. Interpuesta en la Guardia Civil, la Policía Nacional o los Juzgados, es la opción más adecuada.
¿Nuestro hijo está sufriendo acoso?
La clave se encuentra en el comportamiento del menor. Por ello habrá de ser observado por sus maestros, por sus padres y por profesionales legalmente acreditados para realizarlo. Se habrá de comprobar la realidad de los hechos en su centro escolar, en sus trayectos hasta su casa, en sus actividades de ocio y esparcimiento (en el barrio, en las zonas de reunión juveniles…). Todo ello con el objetivo de constatar una realidad que se espera “normal” para una persona en fase de aprendizaje humano y social.
Debemos combatir el bullying, y para ello es fundamental conocer toda la información posible sobre este grave problema que parece estar más presente cada día en nuestras aulas. No podemos esperar a que la peor de las consecuencias se desplome sobre nuestras conciencias: casos de suicidios que nos resquebrajan el alma y no pueden describirnos como sociedad. (Amanda Tood (Octubre 2015), niña canadiense de 15 años que publicó un vídeo en Youtube en el que pedía ayuda tras ser “linchada” socialmente durante tres años tras la publicación de su topless en Facebook en 2012; Jokin Ceberio (Septiembre 2004) chaval español cuyo maltrato escolar duró un año; Diego (Octubre 2015), niño de 11 años que dejó escrito en una carta terrible: “Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir»)
Los protagonistas del “bullying”.
En este tipo de hostigamiento escolar debemos conocer para así poder visualizar con claridad la trama, a sus dos principales protagonistas: el acosador o agresor y el oprimido o víctima. Cada uno presentará, con frecuencia, unas características que se convertirán en determinantes del rol asumido.
El agresor, el “bully”, suele presentar problemas de índole psicológica, como los siguientes:
Las víctimas del bullying se encontrarán en el otro lado de la trama. Dentro de ellos distinguiremos las activas de las pasivas.
-Las víctimas activas o provocativas mantienen una tendencia impulsiva por la que actúan sin elegir la conducta más adecuada o adaptada a cada situación; así emplearán conductas irritantes, agresivas, insultantes… y en ocasiones se convierten a la vez en agresores. Este tipo se puede encontrar con relativa frecuencia en escolares hiperactivos. (Schwartz, D.y Dodge, KA. The early socialization of aggressive victims of bulling. Child Development,1997)
-Las víctimas pasivas se caracterizan por su limitada o nula actuación ante las agresiones y las humillaciones. Tendrán miedo, manifestarán ansiedad, angustia, inseguridad, introversión y baja autoestima. En muchos casos suelen sentirse culpables de los hechos, avergonzándose de la trama en la que se encuentran. Se retrotraen, se “lo guardan para sí mismos”, “se encierran” en su soledad. Son los casos más dramáticos y peligrosos.
De entre las principales características de las víctimas de bullying destacamos las siguientes:
El elemento externo que observa y en numerosos casos interactúa con los protagonistas será el observador u observadores:
Un profesional de la investigación privada podrá, desde su asepsia, apreciar las características del problema, identificar las partes, comprobar los hechos y ratificar la realidad de los comportamientos.
Los alumnos del centro escolar que saben lo que está ocurriendo, pero que se limitan a ver, oír y callar, tal vez por miedo a sufrir los mismos hechos, son otro testigo fiel de la trama.
El personal docente que interactúa dentro del aula, serán muy útiles. Su vivencia diaria con los protagonistas les confiere la capacidad de la alerta temprana; para ello podrán utilizar técnicas sociométricas, que analizan las relaciones sociales que se establecen entre los alumnos, dirigidos bajo tres criterios: el nivel de afectividad, el liderazgo y el rechazo, y los subgrupos.
Finalmente los padres. Éstos habrán de estar concienciados con el problema, lo cual obliga a un esfuerzo de aprendizaje por su parte. Esfuerzo por comprender la trama y el cómo se puede llegar a materializar con menores, incluidos los suyos. La patria potestad que se nos otorga es la mayor responsabilidad de nuestra vida.
¿Las claves para la detección precoz del acoso? De forma muy general, si apreciamos las siguientes conductas:
Y ¿cómo debemos actuar si contemplamos alguna de estas conductas en nuestro propio hij@?
Nuestro hij@, nuestro menor, está viviendo un drama terrible, del que no puede encontrar salida; la visión del mundo que le rodea no es la nuestra, no tiene nuestro conocimiento, ni experiencia alguna en resolución de conflictos, por lo que necesitará mucha ayuda. Debemos empatizar con él, aumentar la comunicación para situarnos emocional y físicamente junto a él, reforzando su autoestima, y evitar así que se sienta culpable por lo que le esta sucediendo. Estos son algunos de los pasos que propongo:
LOS FACTORES DE RIESGO DEL POSIBLE DELINCUENTE
La Criminología desde hace más de un siglo, estudia al delincuente en todas sus vertientes y desde todas las perspectivas posibles. Así considera que no existe una solo causa de su acción delictiva: sino un conjunto de factores que se individualiza en cada sujeto. Pudiendo o no finalmente, determinar el comportamiento delictivo de dicha persona, pues existen también condicionantes positivos que permiten al sujeto esquivar o retroceder ante dichos factores.
Se establece por tanto una serie de FACTORES DE RIESGO por los que un sujeto tiene alta probabilidad de delinquir. Paso a continuación a describir someramente.
Los factores INDIVIDUALES propios del individuo como ser físico, biológico, determinado por su Genética, tal como la creación y existencia del Psicópata; y los Psicológicos en la niñez (fase básica y fundamental de la socialización), como la baja autoestima, la existencia de “bulling”…, la rigidez cognitiva, la falta de habilidades sociales, conductas impulsivas o agresivas, el narcisismo, egocentrismo, egoísmo…A los que uniremos la exploración de las drogas duras y blandas. Opio, heroína, cocaína, alcohol, tabaco…
Continuaremos con los factores FAMILIARES. La desestructuración de la familia, el abandono paternal o maternal, divorcio, muertes prematuras…El exceso de disciplina y déficit afectivo. La ausencia de valores supremos en su educación: tolerancia, esfuerzo, disciplina, respeto, consideración, palabra, empatía…Y la visualización como norma rutinaria del consumo de drogas duras, alcohol, tabaco…o la convivencia diaria con la violencia verbal, la supremacía de la fuerza…
Para finalizar y elevando la visión del individuo de su esfera personal a la de su núcleo familiar y de ésta
a “su sociedad” encontramos los factores SOCIALES. El fracaso escolar y la ausencia de referentes puros
en el niño, así como el desempleo y la precariedad laboral en el adolescente y el joven, son quizá los más
clásicos de entre éstos, pero no debemos olvidar que para un niño, adolescente o joven, su grupo de iguales
(los amigos) son en gran medida su referente, a quienes traslada su afecto y lealtad, pudiendo dar lugar al
abandono familiar sustituyéndolo por sectas o maras, e incluso procurando procesos de imitación de actos
delictivos por idealización.
Finalmente atenderemos a dos aspectos clave en los tiempos actuales de nuestra sociedad tecnológica:
los nuevos “Mass media” (Internet, videojuegos, TV, redes sociales...) que proporcionan contenidos
agresivos y violentos, noticias manipuladas o “dirigidas”, o sencillamente “no realistas”, a las mentes en
construcción que son nuestros hijos. Si éstos no visualizan la buena educación y el respeto a las normas
comunes, viendo diariamente alejarse la acción punitiva para según que actos y comportamientos,
alejarán de sí mismos estos valores básicos, estableciendo la barrera del ser “ciudadano” cada vez más
lejana. Y acercarán más a su existencia la superficialidad, la frustración y la intolerancia.
Y la ausencia del control social, favoreciéndose por inacción los discursos, hechos o comportamientos
maliciosos, desleales, superficiales, cuando no delictivos.
La unión de varios de estos factores hará del niño, un futuro joven delincuente y adulto criminal y en según qué grados, aunque no siempre será así lógicamente. Existen los llamados RESISTENTES O INMUNES.
Esta asombrosa y esperanzadora situación se da por apego afectivo fuerte hacia una persona de referencia fuera o ajena a su núcleo desfavorable o por “centrarse” en un objetivo puro como los estudios, el deporte…o por la admirable y peligrosa resistencia personal: negándose el niño a participar de la violencia como fórmula de resolución de conflictos o al consumo de drogas, alcohol o tabaco, y permaneciendo al margen de la visión diaria de la tentación negativa. Como cierre: si se materializasen en el niño los factores de riesgo, propias desgracias, caminará casi sin remedio y con rumbo fijo hacia la Marginalidad o la Inadaptación. Ambas caras de la misma moneda, la Pobreza. Siendo ésta profunda y carcelera circular, de la que difícilmente se escapa, tanto en su superficie social de rechazo como en la mente inadaptada del joven individuo.